Pablo se encontraba desayunando esta mañana (6:30am) cuando se dio cuenta que sin querer acababa de resolver el misterio que afligía sus días: la verdad de la milanesa.
En ese momento, supo que su vida cambiaria, y con su taza de té en la mano se enderezó en la silla y habló. Como si estuviese frente a un teatro lleno de espectadores ansiosos de escucharle.
Paso a explicar… La milanesa de mamá o la abuela es como la vida misma, única e irremplazable y no tiene punto de comparación con ninguna otra. Pero luego de tanto tiempo puede volverse aburrida, entonces hay que ponerle un poco de condimento, salsa o picante. Se puede innovar, probar rarezas, no siempre la milanesa con puré de hace veintitrés años.
Pero, la mayoría de las veces tenemos miedo a cambiar, probar, arriesgarnos, a lo desconocido y nos quedamos en la de siempre. Y es ahí donde el aburrimiento se vuelve un arma punzante, los ojos se afinan, el paladar se vuelvo exquisito y empezamos…
-La carne tiene un nerviecito.
-Mmm… ¿hacía falta tanto pan rallado?
-¡Qué! ¿no hay limón?... no, sin limón no son milanesas.
-¿Otra vez lo mismo?
Bueno y podríamos seguir todo el día, -dijo Pablo
Ese mediodía pidió milanesas en el almuerzo y cuando la recepcionista pregunto con que guarnición la acompañaría… adivinen que contestó.
Muy buena "La verdad de la milanesa" jajaja es tal cual lo que cuenta Pablo pero bueno me animo a decir,es más estoy segura que un día Lunes a la noche, Pablo se encuentra solo en su casa y se anima a probar cosas nuevas con las milanesas, pero me queda una duda ¿con qué habra acompañado esas mila?je
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