miércoles, 9 de septiembre de 2009

La verdad de la milanesa

Pablo se encontraba desayunando esta mañana (6:30am) cuando se dio cuenta que sin querer acababa de resolver el misterio que afligía sus días: la verdad de la milanesa.
En ese momento, supo que su vida cambiaria, y con su taza de té en la mano se enderezó en la silla y habló. Como si estuviese frente a un teatro lleno de espectadores ansiosos de escucharle.
Paso a explicar… La milanesa de mamá o la abuela es como la vida misma, única e irremplazable y no tiene punto de comparación con ninguna otra. Pero luego de tanto tiempo puede volverse aburrida, entonces hay que ponerle un poco de condimento, salsa o picante. Se puede innovar, probar rarezas, no siempre la milanesa con puré de hace veintitrés años.
Pero, la mayoría de las veces tenemos miedo a cambiar, probar, arriesgarnos, a lo desconocido y nos quedamos en la de siempre. Y es ahí donde el aburrimiento se vuelve un arma punzante, los ojos se afinan, el paladar se vuelvo exquisito y empezamos…
-La carne tiene un nerviecito.
-Mmm… ¿hacía falta tanto pan rallado?
-¡Qué! ¿no hay limón?... no, sin limón no son milanesas.
-¿Otra vez lo mismo?
Bueno y podríamos seguir todo el día, -dijo Pablo

Ese mediodía pidió milanesas en el almuerzo y cuando la recepcionista pregunto con que guarnición la acompañaría… adivinen que contestó.

1 comentario:

  1. Muy buena "La verdad de la milanesa" jajaja es tal cual lo que cuenta Pablo pero bueno me animo a decir,es más estoy segura que un día Lunes a la noche, Pablo se encuentra solo en su casa y se anima a probar cosas nuevas con las milanesas, pero me queda una duda ¿con qué habra acompañado esas mila?je

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