Los dos días que acontecieron de ese mensaje de texto lo había planeado todo, desde la hora hasta como me iba a sentar a esperarla, los posibles diálogos o inesperados finales y/o maneras de escapar de manera gloriosa.
Pero había llegado el día y no había más tiempo para pensar. Corría entre la gente espiando sobre los hombros, crucé la plaza y allí estaba el bar. La zona parecía estar despejada.
El lugar presumía de estar igual que dos años atrás como cuando habíamos almorzado juntos, me daba escalofríos. Ni que nos hubiese estado esperando para saldar nuestros regaños pendientes de una no muy corta relación llena de ilusiones, alegrías, mentiras y locura.
Así es que tomé asiento en una de las mesas de la carpa exterior, como habías pedido para que pudiésemos fumar. Sabía que iba a ser una larga y tensa charla en la que algunos cigarrillos podían ser más que útiles.
Me acomodé y deje mis pertenencias en una silla de al lado. Sacaba un cigarrillo de mi bolso para pasar el tiempo cuando la moza me interrumpió.
-buenas tardes ¿Qué va a servirse?
Hubiese pedido un tequila para sosegarme pero no.
-la carta por favor. Espero alguien, enseguida le pido.
-como no
Y se marchó.
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