Miro al frente y vuelvo a bajar la cabeza,
sabía que me estabas mirando pero me hago el desentendido.
Juego al columpio con mis piernas para distraerme,
pero tu mirada quema, me perforaba de a poco.
De pronto ya casi no resisto más,
hago un amague y vuelvo a esconderme.
No se cuanto mas pueda resistir pero lo intento,
es como si estuviese bajo el agua y ya no queda mas aire.
-¡Ya basta! Dijo.
-¡Y me miras a la cara cuanto te hablo!
De a poco fui elevando la mirada,
me sentía avergonzado y confundido.
-Pones esa silla más cerca de la mesa para comer,
¿O le vas a dar de comer a la camisa?
- Después la que lava soy yo no tu padre ni vos,
¡Y no me haga pucherito eh!
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