domingo, 10 de enero de 2010

Que hable el viento


Quiero gritarlo, esto de esconderse me tiene de la cabeza
aunque también se muy dentro que te hecho una promesa
no te preocupes, es que no voy a romperla
Ups! que ya le dije a mis amigos que me muero por tenerla

No debería estar escribiendo esto, lo sé,
y menos ahora publicándolo en la Internet
pero lo intento soy así no puedo controlarlo
tenía que hacerlo y por algún lado soltarlo

solo espero no ahuyentarte con mis palabras
son demasiado sinceras y a veces pueden ser malas
quiero gritarlo, que escuchen los ignorantes y los sabios
lo único que mas deseo, es hoy probar tus labios.

sábado, 9 de enero de 2010

Niño saurio

Juan, era un niño como muchos otros de su edad, le gustaba salir afuera con sus amigos, comer golosinas y jugar a la pelota. Hoy recuerda esas siestas de verano en que muchos de sus amigos salían muy temprano a mojarse al compás del carnaval, y el tenía que conformarse con escuchar los gritos desde adentro o mirar por la ventana, si no quería dormir la siesta. Pero esos momentos, no fueron en vano, Juancito tenía otra pasión, a la que dedicaba su atención desde el patio o la habitación de su casa: los dinosaurios.

¿Qué querías ser vos cuando eras chico? ¿Cuál era ese sueño que te llenaba de vida? El de Juan era ser paleontólogo. Seguro no conocía el significado de esa palabra, ni tampoco la profesión, pero anhelaba desenterrar una nueva especie y que fuese bautizada con su nombre, como había leído en mil historias: “Juancitosaurio”.

Hoy a las 9:00, Juan se recibe, pero ningún dinosaurio llevará su nombre. Escribirá historias, fantásticos versos, llenas de magia y personajes increíbles jamás descubiertos por nadie, que llevarán el nombre con que decida bautizarlos. Tendrán colmillos más grandes que los de un Tiranosaurio Rex, o serán tan veloces y astutos como un Velociraptor.

Pero ¿Dónde quedaron esos sueños de niño? Seguro enterrados en una biblioteca cubierta de polvo, que recordará siempre con cariño y recelo.